lunes, 4 de julio de 2011

La Muerte del Espiritu (Parte1) I.S.

I

     Esta muriendo y no se que hacer, ni como reaccionar a un suceso que naturalmente pasa a cualquiera; sin embargo me esta afectando el simple hecho de saber que algún día a mi me sucederá.          
     Suele ser tan denigrante el morbo de la gente formada para observar lo que ha quedado de aquella persona que hasta cierto punto marco, aunque haya sido un poco, su vida.
     - En que estas pensando - pregunto ella.
     No recordaba que estaba a mi lado y seguí sin darle importancia a su pregunta; no respondí notando un poco de indignación en su reacción.
     Y en ese preciso momento me di cuenta que me encontraba en una iglesia; parecía como si hubiera aparecido en ese instante ante aquel grupo de personas; no reconocía a casi nadie y los pocos que se acercaban a darme palabras de consuelo los despreciaba con una sonrisa burlona.
     Me levante a contemplar la decoración y todo lo que había a mi alrededor,  sin darle importancia a la hipocresía andante que me rodeaba ; era una enorme iglesia, decorada exquisitamente al estilo barroco, enormes vitrales de ambos lados y pinturas tan obscuras que me hacían recordar un poco el estilo tan sombrío de Rembrandt.
     Al percatarme de todo mi entorno me dieron ganas de salir corriendo de aquel lugar, esconderme y olvidarme de todo aquello que estaba pasando, sentarme solo y llorar hasta caer rendido por el cansancio; pero no me atreví, tan solo continúe caminando sin nada mas que mis pensamientos y este continuo pesar que nunca había sentido. Mientras me daba cuenta que me alejaba de aquella muchedumbre, no dejaba de pensar en Sofía; siempre atenta a lo que me pasaba, siempre preocupada a mi estado de animo, y al voltear hacia ella pude percatarme de que tan solo me miraba con ese rostro tan hermoso, pero lleno de angustia, por que no sabia que reacción iba a tener con respecto a lo que sucedía.
     Note frente a mi un órgano, inmenso como nunca había visto, y que estaba libre el paso hasta el, así que lentamente fui acercándome, hasta sentir de nuevo el mármol de aquellas teclas tan bien construidas, alineadas y ensambladas de tan bello y majestuoso artefacto, que hacia años no había vuelto a tocar; una vez sentado frente a el cerré los ojos y comencé a ordenar aquellas notas, que enseguida comenzaron a surgir en mi cabeza; una pequeña misa de Johann Sebastian Bach que había memorizado tan bien en mis años de estudio. Perdí la sensación de tiempo y hasta el motivo del por que me encontraba en aquel lugar, sin embargo comenzó a inquietarme algo; aquella melodía que había surgido tan llena de inocencia, poco a poco fue tornándose tan lúgubre que fui incapaz de seguir interpretando dicha obra, levantándome inesperadamente del órgano. Al encontrarme de pie con la frente llena de sudor y con la misma sensación de vacío que no me dejaba, mi mente comenzó a dar vueltas y mis extremidades a flaquear cayendo en ese preciso momento al suelo.
     Poco a poco pude recobrar la conciencia y darme cuenta que todos estaban a mi alrededor, con ese mismo semblante de morbosidad que dejaban escapar de todo su ser; pero no estaba sobre el piso, sino recostado sobre unas de las bancas de la iglesia con Sofía a mi lado; sus dedos recorrían mi pelo, como si al hacerlo supiera que me iba a tranquilizar, y así fue.
     - Te sientes mejor? – dijo ella con esa voz que tanto conocía.
    Asentí, con un gesto que parecía mas de cansancio que de afirmación. Sabia que tenia que levantarme, pero en ese instante tan solo pude hundir mi rostro en su vientre, tan calido en aquel momento, pidiendo que aquello terminara pronto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario